jueves, 24 de marzo de 2022

¿Elon Musk no es un “oligarca”?

 Apuntes para intentar comprender la crisis del proceso de la civilización.

¿Elon Musk no es un “oligarca”?

Capítulo III

Corría un día particularmente oscuro de la guerra en Ucrania - todo el mundo comenzaba a estar obligado a tomar posición -, cuando en la línea de noticias breves de la cadena Bloomberg apareció un enigmático texto que, con otras palabras, aseguraba: Rusia aspiraba a un nuevo escenario geopolítico pero le salió “el tiro por la culata”.

El autor de este escrito tenía frente a esa noticia dos opciones, dejar el desvencijado pero confortable sillón en el que miraba la televisión e ir a buscar en la computadora o el celular inteligente el desarrollo de la información (seguramente una entrevista a un especialista en geopolítica….) o seguir el capítulo de Wallander, la excelente serie policial sueca, en unas de cuyas pautas publicitarias aprovechó para observar el comportamiento de las “bolsas” de valores, los precios de los “commodities”, etc.

Como todas las cadenas de televisión públicas y privadas occidentales ya antes de la guerra y con mayor vulgaridad durante la misma se convirtieron en estructuras propagandísticas goebbelianas y como para los que pudimos observar el periodismo posterior a las rebeliones juveniles del 68 (el mejor que se haya producido en la historia humana) la posibilidad de acceder a una información útil al entendimiento y la comprensión de la complejidad en la actualidad es igual a cero, la preferencia por el sutil modo de presentar la dialéctica vulnerabilidad / búsqueda de la excelencia, que caracteriza al fenómeno humano, (que el autor de Wallander aportó a la literatura policial), prevaleció como opción.

Pero la inquietud planteada en la provocación de la cadena Bloomberg quedó dando vueltas por ahí, en algún lugar del cerebro, ese sublime órgano creador “diseñado” por la naturaleza posiblemente para comprenderse a sí misma y así tratar de producir la eternidad para la vida.

(Ante las imágenes de los mísiles, la organización de escudos de civiles indefensos para protegerse de ellos, y otras involuciones del proceso de la civilización que se observan a diario, el enunciado anterior referido a la naturaleza humana como una maravillosa experimentación orientada a lograr que todo lo vivo permanezca eternamente parece naif, pero si se analiza científico culturalmente al proceso de la civilización los dos fenómenos resultan un componente muy relevante de la dialéctica de la vida, por lo que volveremos sobre este problema cardinal de la Historia cuando se exponga lo que el autor entiende por el proceso de la civilización).

El día siguiente a la anécdota Bloomberg / Wallander, antes de que el autor tuviese tiempo para buscar más información sobre el titular de la cadena de noticias, pudo observar a un pletórico de alegría Elon Musk inaugurando una planta de autos eléctricos en Alemania. Evento al que asistieron el canciller de esa industrializada nación, Olaf Scholz, y su ministro de Economía, Robert Habeck.

Mientras me dirigía hacia mi estudio, en un estupendo Ford Fiesta español del año 97, ansiosamente dispuesto a obtener respuestas a las inquietudes de la noche anterior, mi cerebro decidió poner ironía y complejidad a la “cosa”: ¿Elon Musk no es un “oligarca”?

Pues no hubiese podido desarrollar ni uno sólo de sus muy innovadores emprendimientos sin el apoyo del Estado norteamericano. Con más precisión, sin un conjunto de decisiones estatal federales que favorecieron, posibilitaron, que liderada a una corporación preparada para perder muchísimo dinero mientras logra hegemonizar un mercado en tal o cual área específica de su praxis empresarial.

La afirmación sobre el hecho de que a Rusia le salió geopolíticamente el “tiro por la culata” cuando se “empantanó” durante unas semanas en la guerra en Ucrania, supe un rato después, refería a unas declaraciones de un muy mal asesorado Joe Biden que quizá estuviesen dirigidas al sucesor de Angela Merkel, para convencerlo de que sin Estados Unidos y sus misiles y Elon Musk, Alemania no tiene futuro. En general no se recomienda poner a un presidente a formular apreciaciones de esa naturaleza mientras se está desenvolviendo un acontecimiento que no se sabe cómo termina, sino a un jerarca de tercer o cuarto nivel, pero ya se sostuvo que la crisis de elite en occidente es dramática.

Lo que Biden quiso decir, en todo caso, y es lo relevante, fue algo como “dejen de concebir una alianza Francia, Alemania, Italia, Rusia” y pliéguense al frente común del capitalismo corporativo liderado por Estados Unidos y el Reino Unido…algún espacio quedará para Mercedes, Fiat y Renault, pero la primacía del dólar no es negociable.

Como desde hacía varios días había dejado dispuestos para leer (abiertos en la pantalla de la computadora) un par de ensayos importantes sobre temas importantes, decidí no prestar más atención al juego de las confabulaciones burocráticas orientado a satisfacer intereses corporativos, que esa es la sustancia de lo descripto más arriba, y continuar tratando de comprender la complejidad dialéctica de los acontecimientos.

Para hacerlo es necesario formularse algunas preguntas y aunque no vamos aquí a poder esbozar una respuesta para más que unas pocas, su enunciación puede ayudar a mirar la complejidad, en lugar de dejarse tomar por el tumulto de acciones de manipulación propagandística que caracterizan en este momento a la política y los medios de comunicación.

 ¿Qué contenidos caracterizan en el siglo XXI al capitalismo en los países desarrollados de occidente? ¿Quién gestiona a ese capitalismo corporativo monopolista necesariamente expansionista? ¿Un Estado, dos Estados, tres Estados? ¿En qué posición en cuanto posibilidades de desarrollo dejan esos contenidos a Rusia, India, Brasil, Sudáfrica, Argentina, México, Pakistán, Arabía Saudita, España, Ucrania, Polonia, Argelia, Corea del Sur, Vietnam, Japón…?

¿Qué porcentaje de los capitales productivos y financieros de esos países pertenecen a corporaciones norteamericanas y del Reino Unido?

¿Disponen esos países de burguesías nacionales o grupos de propietarios rentistas de la tierra capaces de liderar un proyecto competitivo o autónomo de desarrollo?

¿Tienen que contar con “oligarcas” para evitar que gestionen sus recursos naturales burocracias estatales no suficientemente competitivas o corporaciones occidentales?

¿Quiénes y operando inercialmente a partir de las formas de ser y de las necesidades reproductivas del capitalismo corporativo monopolista dirigen actualmente al occidente desarrollado?

¿Sus intereses pueden coincidir con los del resto de la humanidad?

¿Si no coinciden, pueden ser contenidos político jurídicamente o sólo un conflicto militar prolongado resolverá el hondo problema de los intereses sociales contrapuestos de los habitantes de unas y otras naciones?

¿Se puede resolver la crisis de intereses contrapuestos mediante nuevas reglas de juego del comercio y las políticas monetarias e impositivas de alcance mundial?

¿Los empresarios capitalistas clásicos (involucrados directa y autónomamente en la producción tanto técnica como intelectualmente) dejaron de existir y fueron sustituidos por fondos de inversión, “oligarcas” u operadores sofisticados como Musk?

¿Nos gobiernan plutocracias orgánicamente expansionistas, algo como una aristocracia de tecnoburócratas de corporaciones privadas y funcionarios jerárquicos, con capacidad de participar en los procesos de toma decisiones, de instituciones públicas nacionales e internacionales de las principales potencias de occidente? ¿O planteado de otra manera, nos gobierna una aristocracia tecnoburocrática del capital monopolista corporativo, (que abarca a todas las profesiones, incluidos los periodistas) con alguna tenue vinculación con sus comunidades nacionales, pero ya decididamente alienados a intereses económicos globales? ¿Constituyen una subclase social?

¿Sus prácticas son progresistas respecto del conservadurismo de las estructuras estamentales semifeudales que perviven en unas cuántas naciones o son ellas mismas un nuevo estamento de gestión al servicio de intereses plutocráticos -la alianza riqueza y política- de unas pocas naciones desarrolladas?

¿Cumplen una función social todavía necesaria históricamente, garantizar la producción dinámica de bienes y servicios o son mayoritariamente parasitarias, como las burocracias de los regímenes cesaristas?

¿Si nos gobierna una “casta” universal, como dicen los neoliberales neofascistas que quieren darle todo el poder a unos míticos empresarios innovadores a los que sitúan en el lugar de Dios, eso significa que los conflictos de clase que se desenvuelven al interior de las fronteras nacionales no pueden resultar más que en prácticas conservadoras?

¿Tiene algún impacto histórico social la lucha por el “derecho” al trabajo al interior de tal o cual Estado nacional, o resulta ya imprescindible programar la emancipación del trabajo, que sería sustituido por asociaciones de productores libres del capital corporativo monopolista y de las estructuras burocráticas jerárquicas de los Estados nacionales?

¿La nueva Ruta de la Seda y la Franja, que promueve China, busca crear las condiciones para posibilitar un desarrollo productivo en más naciones de desarrollo medio con el objeto de regenerar la idea de la emancipación del trabajo asalariado y por ello despierta tanto pavor a las elites occidentales? ¿Los componentes singulares de la experimentación productiva e institucional China son imitables, como solución a la crisis de la democracia, en occidente? ¿Es la competencia o el temor ante la experiencia China la que motivó que ni uno sólo de los más importantes partidos políticos del occidente europeo despertara la voz de alarma frente a la creciente influencia del neonazismo en Ucrania?

¿Percibe el occidente desarrollado en cuyo seno la lucha de clases produjo la democracia republicana garantista que una alianza estratégica entre el comunismo chino y el nacionalismo ruso los coloca “existencialmente” en desventaja porque no están en condiciones de revertir la hegemonía “plutocrática” que se ha instalado en sus instituciones?

Ucrania, el dramático conflicto Ucrania y todas las demás guerras, genocidios, disputa de territorios por el crimen organizado, debilitamiento de las instituciones democráticas en todos lados, mercantilización de todas las esferas del mundo de la vida, incluida la cultura y la comunicación, etc., no son más que la punta del iceberg de la crisis civilizatoria que protagoniza la humanidad, pensé, mientras decidía que ya eran suficientes las preguntas y me enfocaba en la lectura de los ensayos, escritos hace tiempo, pero que posibilitan estudiar algunos de los contenidos principales de la evolución del proceso de expansión del sistema capitalista de producción al mundo entero.

(Continuará)

Nota. – En el texto se hace referencia a los siguientes ensayos:

“Critical Theory and the Critique of Anti-Imperialism”, de Marcel Stoetzler y “El capital monopolista, ensayo sobre el orden económico y social de Estados Unidos, de Paul Sweezy y Paul Baran.



Musk. Fuente: Gettyimage. 

1 comentario:

Poesía casera dijo...

Estimado
Da para estudiar muchísimo tanto material de la cantidad de países implicados y aparentemente por diferentes razones.
La pluralidad hace que vayamos también nosotros a buscar material y leer ensayos de autores creíbles.
China, Alemania, Italia y las ideologías contrapuestas con la pretensión de Biden me dejaron algo sorprendida
Son momentos de gran profundidad en las transiciones y transacciones del mundo entero.
Acá nadie queda afuera.

Muchas cosas, que hacen a la vida del planeta incluso, están en juego. Siento después de leer esto que estamos en unas redes tejidas de a poco cuidadosamente para llegar a objetivos inimaginables
La simpleza de otras épocas acabó.
Nos dejas mucho par pensar y mucho para leer.
Gracias